Los celtíberos fueron un pueblo que habitó la región central y oriental de la península ibérica durante la Edad del Hierro. Su presencia en la zona que hoy conocemos como Castilla y León se remonta a siglos atrás, pero fue en los siglos VI y V a.C. cuando comenzaron a establecerse de manera más consolidada en esta región.
Los primeros indicios de la presencia celtíbera en Castilla y León se pueden observar a través de restos arqueológicos encontrados en diferentes yacimientos de la zona. Estos restos, que incluyen cerámica, armas, herramientas y otros objetos cotidianos, dan cuenta de la vida y las costumbres de este pueblo antiguo.
Uno de los yacimientos más importantes donde se han encontrado restos celtíberos en Castilla y León es el oppidum de Numancia, situado en la provincia de Soria. Numancia fue una ciudad fortificada celtíbera que resistió durante años los ataques de los romanos, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia frente a la conquista.
Los celtíberos se organizaban en tribus o clanes, cada uno de los cuales estaba liderado por un caudillo. Estas tribus se agrupaban en torno a un oppidum, que era una ciudad fortificada donde se concentraba la vida política, social y económica del pueblo celtíbero.
La sociedad celtíbera estaba estructurada de manera jerárquica, con una clase dirigente formada por los caudillos y las élites guerreras, y una clase trabajadora que se dedicaba a labores agrícolas y artesanales. Además, los celtíberos practicaban el comercio con otros pueblos de la península ibérica, lo que les permitía obtener productos y materiales que no se encontraban en su territorio.
La religión también ocupaba un lugar importante en la vida de los celtíberos, que rendían culto a dioses y diosas asociados con la naturaleza, la guerra y la fertilidad. Los rituales religiosos se llevaban a cabo en lugares sagrados como santuarios y templos, donde se realizaban sacrificios y ofrendas en honor a las divinidades celtíberas.
La llegada de los romanos a la península ibérica en el siglo III a.C. supuso el comienzo de un periodo de conflictos y guerras que culminaría con la conquista de los territorios celtíberos. A lo largo de varios siglos, los romanos fueron sometiendo a los pueblos celtíberos y estableciendo su dominio sobre la región de Castilla y León.
La resistencia de ciudades como Numancia fue ejemplar, pero finalmente sucumbieron ante el poderío militar de Roma. La cultura celtíbera fue absorbida y asimilada por la cultura romana, que impuso su lengua, sus costumbres y su sistema político en la región.
La conquista romana supuso el fin de la autonomía de los celtíberos y el inicio de un periodo de romanización en Castilla y León. Los romanos construyeron ciudades, calzadas, acueductos y otras infraestructuras que transformaron la región y la integraron en el Imperio Romano.
A pesar de la conquista romana, el legado de los celtíberos perduró en la región de Castilla y León. Muchos de los topónimos, tradiciones y fiestas populares de la zona tienen su origen en la cultura celtíbera, que dejó una profunda huella en la identidad de sus habitantes.
Además, los restos arqueológicos encontrados en yacimientos como Numancia permiten conocer más a fondo la historia y la cultura de los celtíberos, que sigue siendo objeto de estudio y admiración en la actualidad.
En definitiva, la llegada de los celtíberos a Castilla y León marcó un antes y un después en la historia de la región, dejando un legado cultural y histórico que perdura hasta nuestros días.