Banco de Alimentos de Valladolid intensifica su campaña para apoyar a 8,000 personas en creciente necesidad.
VALLADOLID, 6 de noviembre. En un esfuerzo por apoyar a las familias más vulnerables, el Banco de Alimentos de Valladolid iniciará su XI Gran Recogida del 7 al 9 de noviembre. Su objetivo es superar las cifras de recaudación del año anterior, buscando así ayudar a cerca de 2.500 familias, que en total representan alrededor de 8.000 personas, una cifra que se ha incrementado notablemente en el último año.
La presentación de esta iniciativa estuvo a cargo del presidente del Banco de Alimentos, Jesús Mediavilla, quien fue acompañado por José Daniel Posadas, presidente de la Asociación de Supermercados de Castilla y León (Asucyl) y delegado de Gadis, así como por Arancha Pastor, representante de Alimerka. Mediavilla destacó la importancia de esta recogida, considerándola la más relevante del año.
El Banco de Alimentos ha establecido como meta recaudar más de 247.000 euros, desglosando este monto en 177.000 euros a través de donaciones en los supermercados asociados y 70.000 euros en contribuciones online, buscando alcanzar 180.000 euros y 100.000 euros respectivamente en estas dos modalidades.
Desde el inicio de la pandemia, se ha optado por recolectar donaciones en dinero en lugar de alimentos físicos. Según Mediavilla, esta decisión garantiza una distribución más efectiva de los 29 productos alimenticios esenciales, facilitando así la compra de los artículos que realmente se necesitan, en formatos estandarizados y con fechas de caducidad adecuadas para evitar el desperdicio.
El presidente del Banco de Alimentos enfatizó que la recaudación monetaria permite evitar la llegada masiva de kilos de alimentos con diferentes formatos y fechas de caducidad. De esta manera, asegura que los productos que se distribuyen son los adecuados para satisfacer las necesidades de las familias que dependen de esta ayuda.
El Banco de Alimentos también depende de la generosidad de la ciudadanía y de diversas instituciones. Mediavilla recordó que las donaciones son deducibles en la declaración de la renta, lo que incentiva aún más a contribuir. Este soporte financiero se utiliza principalmente para adquirir productos básicos que se agotan con frecuencia, como la leche y los cereales, para los cuales se destina una media de 30.000 euros al mes.
El presidente de la entidad garantizó la transparencia en el uso de los fondos recaudados, un aspecto que también fue subrayado por Posadas, quien comparó la recepción de estas donaciones con llenar una “hucha” que se entrega íntegramente a quienes más lo necesitan.
Posadas resaltó la evolución del Banco de Alimentos y la importancia de realizar un trabajo estructurado y eficiente. Planteó que no solo se debe actuar con buena voluntad, sino que también es crucial aplicar un enfoque racional en la gestión de alimentos y su distribución.
Mediavilla explicó que el proceso de pedido de alimentos se basa en coeficientes establecidos y destacó que, en caso de aumentos repentinos en la demanda, se pueden realizar pedidos extraordinarios. “Actualizamos mensualmente la lista de beneficiarios”, comentó, añadiendo que todos deben cumplir ciertos criterios para recibir apoyo, y que cuentan con un equipo social que realiza visitas a los hogares.
El crecimiento en el número de beneficiarios durante este año ha sido significativo, y por ello, mediado por la participación de voluntarios, la recogida de alimentos en supermercados se multiplica. La representante de Alimerka, Arancha Pastor, corroboró que la presencia de voluntarios facilita la recaudación, generando un ambiente de confianza con los clientes.
Respecto al perfil de los beneficiarios, Mediavilla destacó una mezcla heterogénea, con un notable aumento de la pobreza crónica, evidenciando que muchas familias enfrentan la desesperación de vivir en condiciones de privación extrema desde sus inicios.
El camino hacia la reinserción laboral se ha vuelto sumamente complicado. Los contratos a fijos discontinuos imposibilitan a muchas familias salir de la situación crítica en la que se encuentran, obligándolas a subsistir con recursos limitados mientras buscan empleo.
Además, se ha presentado el fenómeno de “los pobres vergonzantes”, es decir, familias que disfrutaron de una vida estable y que, de la noche a la mañana, se ven obligadas a gestionar gastos como hipotecas y la educación de sus hijos sin ingresos. Para mitigar el estigma, el Banco de Alimentos se esfuerza en redirigir estas situaciones a otros organismos que puedan ayudar sin causar vergüenza.
Por otro lado, Mediavilla lamentó que desde hace dos años el Banco de Alimentos no recibe apoyo del Fondo Europeo de Atención a Desfavorecidos, pues el Gobierno ha dirigido esa aportación a la Cruz Roja mediante “tarjetas monedero” para familias con hijos, lo que ha generado nuevas dificultades para los beneficiarios que carecen de acceso a medios tecnológicos.
Este sistema ha causado una serie de problemas, sobre todo en localidades donde no todas las cadenas aceptan estas tarjetas. Esto ha impedido que algunas familias que dependían del aporte de la Cruz Roja reciban el apoyo necesario, y han comenzado a acudir al Banco de Alimentos, haciendo que la demanda aumente mientras las donaciones han disminuido notablemente. La situación es clara: la necesidad persiste y las entidades en funciones se enfrentan a una dura lucha por recursos.
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