VALLADOLID, 25 de octubre.
En una celebración cautivadora del séptimo arte, el cineasta Bi Gan presenta su arriesgado y evocador nuevo largometraje titulado 'Resurrection'. Este proyecto cinematográfico se erige como un viaje surrealista a través del siglo XX, defendiendo la noción del cine como un espejo de sueños que nos permite comprender la complejidad del mundo que nos rodea.
Durante la rueda de prensa que marcó el lanzamiento nacional de su obra, Bi Gan enfatizó: "El cine siempre ha sido un juego para mí". Su película compite por la prestigiosa Espiga de Oro en la Sección Oficial de la 70 Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Tras una exitosa presentación en el Festival de Cannes, donde fue galardonada con el Premio Especial del Jurado, 'Resurrection' llega a Valladolid con una versión final que presenta ligeras diferencias respecto a la que fue mostrada en el certamen francés. El director admitió haber realizado esta edición poco antes de su viaje a España.
Con esta nueva obra, Bi Gan continúa su exploración de mundos oníricos, un enfoque que ya había ejemplificado en su aclamada película 'El largo viaje hacia la noche' (2018). Su trabajo, impregnado de cine y su rica historia, ofrece una experiencia inmersiva que desafía las convenciones del medio.
El filme inicia con una conmovedora introducción en forma de cartelas, evocando la estética del cine mudo, que establece una narrativa en la que la humanidad ha sacrificado sus sueños en favor de la inmortalidad. En esta narrativa, aquellos que aún sueñan son caracterizados como fantasmas, capaces de viajar a través del tiempo.
La narrativa pronto se desplaza hacia un antiguo cine, propiciando una atmósfera que recuerda los primeros días del cine, con elementos de teatro de sombras y un enfoque visual que evoca los inicios del medio cinematográfico.
La trama se centra en una mujer (Shu Qi) que se aventura a rescatar a un fantasma, una figura monstruosa que evoca una mezcla de personajes literarios clásicos como el jorobado de Notre Dame, Frankenstein y el Nosferatu de Murnau. Bi Gan describe a este personaje como alguien "temido" en el exterior, pero con un interior "puro y benevolente", que ama de una manera única.
A lo largo de la primera parte, la mujer danza en los oscuros recovecos de un antiguo teatro en busca del monstruo, utilizando una estética que combina elementos del teatro de sombras y del expresionismo alemán, un guiño al origen del cine que se entrelaza con toques de animación.
Una vez completado el rescate, se inicia un viaje a través del tiempo hacia el pasado del fantasma, remontándose a su vida cuando aún era humano. Este preludio nos lleva a un recorrido frenético a través de un siglo de historia de vida, donde el personaje, interpretado por Jackson Yee, asume distintas identidades.
El relato se traslada a principios del siglo XX, donde el fantasma se encuentra en un fragmento de una película de misterio, cargada de la estética del cine noir. A continuación, la narrativa avanza 30 años, situándose en un antiguo templo budista y luego, en un tono más dramático, 20 años después, acompañando al protagonista a través de la experiencia de un niño.
Finalmente, el relato nos lleva a la Nochevieja de 1999 en un barrio chino, donde la historia se tiñe de oscuridad y rojo. Aunque la trama principal gira en torno al amor, también aborda temas delictivos y vampíricos, explorando cómo el amor transforma al protagonista en una figura monstruosa.
Bi Gan, conocido por su uso del plano secuencia, ha indicado que su obra captura la viaje emocional a través de un siglo, enfatizando la percepción sensorial en cada capítulo del filme, cada uno representando uno de los cinco sentidos.
Al comentar sobre el estilo y la estructura del filme, el director resaltó que su abordaje se basa en "hacer cine", aunque también señaló que lo más importante de su propuesta es el cine como medio para generar "emoción".
En un tiempo donde la tecnología avanza a pasos agigantados y los dispositivos móviles dominan el quehacer diario, Bi Gan aboga por la conexión con lo tangible: "No podemos perder de vista las cosas tradicionales y simples que moldean nuestra conciencia colectiva".
Con 'Resurrection', Bi Gan rinde un profundo tributo al poder del cine, colocándose como uno de los principales contendientes para la Espiga de Oro, un reconocimiento que el festival ha subrayado como esencial en esta septuagésima edición.
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