Un giro trágico ha marcado el caso del asesinato de Teresa Rodríguez Llamazares, que ha dejado una profunda huella en la comunidad. El ex guardia civil César Arribas Calvo ha sido declarado culpable del horroroso crimen, según lo dictaminado por un jurado popular en la sesión del Tribunal Penal de Bruselas celebrada el 16 de octubre.

Los desgarradores acontecimientos que llevaron a la condena ocurrieron el 27 de octubre de 2022, cuando Arribas Calvo, utilizando el pretexto de recuperar documentos olvidados, irrumpió en el hogar de la joven de 23 años. Una vez dentro, desató un ataque brutal, asestándole más de 150 puñaladas.

El jurado, compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres, tuvo la difícil tarea de deliberar en torno a este caso tan sensible. Después de escuchar las alegaciones finales y el testimonio del asesino confeso, quien leyó una carta llena de arrepentimiento dirigida a la familia de Teresa, se retiraron a examinar la evidencia presentada.

El veredicto fue emitido poco después de las 16.00 horas, en una sala donde la tensión era palpable. Tres magistradas fueron las encargadas de dar lectura al fallo, que encontró a Arribas Calvo culpable de asesinato premeditado y de portar armas peligrosas con la intención de hacer daño.

El jurado subrayó en su decisión que Arribas Calvo demostraba plena conciencia de sus actos, destacando la premeditación del crimen al haber llevado cuchillos desde la cocina de la víctima para llevar a cabo el asesinato.

La sala se volverá a reunir al día siguiente para discutir las penas pertinentes. En Bélgica, la legislación contempla la cadena perpetua para el asesinato en circunstancias tan extremas, aunque rara vez se aplica en la práctica actual.

Arribas Calvo, que en su momento era un guardia civil en prácticas, había viajado a Bruselas con la intención de reconquistar a Teresa. Sin embargo, a pesar de su llegada, ella había expresado su incomodidad con su presencia, lo que culminó en su decisión de alojarse en un albergue la noche anterior al crimen. Desde allí, escribió una carta en la que anticipaba su desolación por lo que estaba a punto de hacer, aunque nunca llegó a enviarla, y realizó búsquedas inquietantes sobre cómo cometer un asesinato.

Después de perpetrar el acto atroz, el acusado intentó escapar lanzándose por la ventana del quinto piso del apartamento, argumentando que su intención era quitarse la vida. Sin embargo, su testimonio no aclaraba por qué, si realmente buscaba suicidarse, intentó escalar la fachada del edificio para acceder a la azotea.