El TSJ impone una condena de dos años y tres meses a un joven por provocar una doble fractura de mandíbula durante las fiestas de Cabezón.
La justicia en Castilla y León ha puesto de manifiesto su firme postura ante la violencia, al ratificar la condena de dos años y tres meses de prisión impuesta a Juan José de los S.F., quien fue hallado culpable de agredir a dos jóvenes durante las fiestas de Cabezón de Pisuerga en abril de 2023. Uno de los agredidos, además, sufrió graves lesiones, incluyendo una doble fractura de mandíbula, lo que subraya la seriedad del delito.
El Tribunal Superior de Justicia, ubicado en Burgos, ha desestimado el recurso de apelación presentado por el condenado, respaldando la decisión anterior de la Audiencia Provincial de Valladolid. Con esta resolución, se cierra un capítulo que pone en evidencia la necesidad de sancionar comportamientos violentos, reafirmando así el compromiso del sistema judicial con la protección de la ciudadanía, según comunicado del Gabinete de Prensa del tribunal.
Durante el juicio, el acusado mantuvo su inocencia, alegando que no había golpeado en realidad a las víctimas y que el único puñetazo que lanzó acabó impactando contra una pared. Sin embargo, las pruebas presentadas durante el proceso mostraron claramente su implicación en la violencia, llevando al tribunal a condenarlo por lesiones graves en el caso de una de las víctimas y por lesiones leves hacia la segunda, sin aplicar una agravante de carácter más severo.
La sentencia final obligará al joven a cumplir con la pena de prisión, así como a indemnizar a la víctima más gravemente afectada con 28.053 euros y a pagar 250 euros a la otra víctima. Esta sentencia refleja no solo la decisión judicial, sino también el daño causado y el impacto que la violencia puede tener en las vidas de los jóvenes afectados.
Durante el proceso judicial, el joven acusado se limitó a responder a las preguntas de su defensa, presentando una narrativa que intentaba desvincularlo del conflicto. Sin embargo, su relato sobre las fiestas de Cabezón y el papel que desempeñó durante el incidente no logró convencer al tribunal, que priorizó el testimonio de las víctimas y los testigos presentes esa noche.
Las víctimas, Guillermo G. y Sergio L., y sus amigos fueron categóricos al identificar al acusado como el autor de la agresión. Guillermo, quien sufrió una grave lesión, describió cómo intentó ayudar a su amigo Sergio, que estaba siendo aturdido por el agresor. Su testimonio incluyó detalles escalofriantes sobre el ataque y la brutalidad del mismo, que culminó con el golpe en la mandíbula que dejó a Guillermo incapacitado por un tiempo.
Sergio, el otro agredido, corroboró que la situación se desató en un primer momento tras un choque accidental, que rápidamente escaló en violencia. A pesar de sus intentos por pacificar el momento y evitar la confrontación, se convirtió en víctima de un ataque inesperado, lo que revela la imprevisibilidad y el peligro de cualquier situación tensa.
Los relatos de las víctimas y de sus amigos fueron clave para que la fiscalía solicitara una pena significativa, reflejando así la gravedad de los hechos. La sentencia de cuatro años y medio solicitada por la acusación versaba sobre la necesidad de erradicar la violencia y sus efectos devastadores en la comunidad, contrastando con la defensa que abogaba por la absolución, evidenciando la tensión entre justicia y protección social.
Los acontecimientos de esa noche en Cabezón de Pisuerga no solo han dejado una marca en las vidas de las víctimas, sino que también plantean preguntas urgentes sobre la violencia entre jóvenes en entornos festivos. Con este fallo, se envía un mensaje claro: el sistema judicial no tolerará comportamientos que atenten contra la seguridad y bienestar de los ciudadanos.
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