
La tragedia ha golpeado a la comunidad de Burgos con la revelación del asesinato de Andrea Bejarano, de 34 años, una madre cuya vida fue truncada de manera violenta el pasado domingo. Andrea, que deja atrás a su hijo de 7 años, fue asesinada en su propio hogar, y luego su cuerpo fue trasladado a un lugar apartado en Salinillas de Bureba, donde su pareja intentó ocultarlo.
El Delegado del Gobierno en Castilla y León, Nicanor Sen, brindó detalles sobre este caso desgarrador. Según su relato, fue el propio marido de Andrea quien reportó su desaparición. Sin embargo, solo tres horas después de presentar la denuncia, él confesó haberla asesinado, desnudando así la compleja y trágica narrativa que rodea este suceso.
Sen destacó que, lamentablemente, no existían denuncias previas por violencia de género, subrayando la importancia de concienciar a la sociedad acerca de esta problemática que, en lo que va de 2025, ha dejado a Andrea como la primera víctima mortal en la región. El delegado hizo un llamado a la necesidad de seguir luchando contra esta violencia inaceptable, que no tiene cabida en una sociedad que se dice democrática.
El subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente, proporcionó información adicional sobre el crimen, revelando que el marido de Andrea llevó su cuerpo a un "paraje junto al río" que tenía un significado especial para ambos. Allí, intentó ocultarlo en un lugar extremadamente discreto, un intento por encubrir un acto de innegable violencia.
De la Fuente también reconoció la rápida y eficiente actuación de la Policía Judicial, que logró esclarecer este caso en cuestión de horas. La desaparición de Andrea levantó preocupaciones inmediatas, lo que llevó a una investigación policial que culminó con el hallazgo del cuerpo tras la confesión del esposo.
El presunto responsable del crimen, un hombre de 42 años con la que la víctima compartía su vida y crianza de su hijo, se encuentra actualmente bajo custodia y a la espera de ser presentado ante un juez. Mientras tanto, el cuerpo de Andrea debe ser examinado por el forense para determinar con precisión las causas de su muerte.
Ambos, la pareja y su hijo, estaban integrados en la comunidad burgalesa, con trabajos estables y un hogar armonioso. El hombre estaba empleado en el Ejército en la base militar de Castrillo del Val, mientras que Andrea ejercía su profesión como técnica de laboratorio en el área de Microbiología del Hospital Universitario de Burgos.
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